REALIDAD VIRTUAL Y SALUD MENTAL

A lo largo de esta última década la utilización de la realidad virtual en los tratamientos psicológicos ha ido adquiriendo una mayor presencia, ya no solo por el carácter innovador sino por la eficacia mostrada en el tratamiento de numerosos trastornos. La inmersión en el mundo virtual ayuda al paciente a tener un papel más activo y favorece la adherencia al proceso psicoterapéutico. Una de sus fortalezas es sin duda el carácter expositivo que tiene la inmersión a una realidad creada, pero también ha demostrado ser muy útil como técnica de relajación.

En la década de los años 60, existía un consenso en la comunidad científica internacional sobre las potencialidades de la utilización de la informática en la ciencia, bajo esta perspectiva, las líneas de trabajo fueron avanzado en la integración de sistemas o programas encaminados a la práctica clínica, y entre ellas la salud mental.  A mediados de los años 90, autores como Greenleaf, especialista en la aplicación de las nuevas tecnologías en la salud mental, detalla la potencialidad de la realidad virtual en la simulación y planificación de determinados tratamiento o intervenciones. Los estudios en dicha materia han ido creciendo hasta la actualidad.

En nuestros días, la realidad virtual (RV) forma parte de las denominadas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs). Representa un conjunto de escenarios tridimensionales donde se crea una interacción persona/entorno, teniendo como objetivo que el paciente tenga una sensación de inmersión (sentido de presencia) semejante o similar a una situación real.

El sentido de presencia es el elemento básico de la inmersión en la realidad virtual y a la vez el más complicado. Para ello es necesario ayudar y educar al paciente en la técnica con el fin de conseguir una mejor inmersión en la exposición, siendo necesaria una valoración previa con el objeto de adaptar los escenarios a la persona.

Son numerosos los beneficios terapéuticos que pueden alcanzarse mediante técnicas de RV. La presentación de los ambientes se estructura en cuatro líneas de actuación. La primera y muy importante son las técnicas de relajación. Las personas con niveles altos de ansiedad suelen tener dificultades para proyectar en su imaginación espacios de tranquilidad y concentración, debido a su alto nivel de activación. Por ello, una inmersión visual y auditiva focalizada en la relajación puede ayudar al paciente a introducirse en un escenario que no requiere esfuerzo cognitivo.

La segunda potencialidad se basa en la intervención en exposición, generando situaciones virtuales evocadoras de ansiedad desde un entorno controlado y ajustado en intensidad. Esta herramienta tiene un enorme poder a la hora de preparar la intervención terapéutica en trastornos tales como la agorafobia, fobia social, fobias específicas o trastorno de ansiedad generalizada.

Otra virtud la encontramos en el tratamiento de los problemas de atención. Poder contar con un método de ayuda al entrenamiento atencional, tanto en calidad como en sostenimiento a través de un espacio virtual, aumenta la motivación de la persona para el cambio, especialmente en el caso de adolescentes.

Y por último, destacar su utilidad en el reconocimiento de las emociones a través de escenarios psicoeducativos. Para aquellas personas que tienen dificultad para reconocer sus emociones se trata de un formato muy interesante por el propio carácter motivacional y de novedad que representa.

La realidad virtual, tanto en estudios teóricos como en la práctica, ha demostrado su utilidad en el ámbito de la Psicología Clínica y de la Salud.  Como herramienta, ofrece recursos muy eficaces en psicoterapia, pero no debemos olvidar que en todo momento debe estar adaptada a la persona tras una primera evaluación clínica y contribuir a la intervención psicoterapéutica con unos objetivos y estrategias preestablecidos.

 

D. Mateo García.

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