Realidad virtual en el tratamiento de la agorafobia
En el autobús, en un concierto, esperando para entrar en el teatro, en un bar: “¡No voy a ir, hay mucha gente!”, “Solo de pensarlo me estoy poniendo mal”, “¡No puedo estar con tantas personas!”, “¿Y si me pasa algo?”, “me estoy mareando”, “me tengo que marchar”, “me cuesta respirar”, “si sigo aquí me va a dar algo”. Estas frases son ejemplos de pensamientos de personas que sufren agorafobia.
La Agorafobia es un tipo de trastorno de ansiedad caracterizado por la presencia de un miedo irracional a lugares concurridos o a situaciones que la persona percibe como peligrosas, fuera de su control. En ocasiones estas creencias catastróficas vienen acompañadas por ataques de pánico.
Uno de los programas más eficaces en el tratamiento de este trastorno, es la terapia de exposición. Tradicionalmente se han empleado dos tipos de procedimientos. El primero, la exposición en imaginación guiada por el terapeuta que tiene por objeto recrear mentalmente la situación temida de manera progresiva y bajo la supervisión del profesional. La segunda modalidad consiste en la aproximación “en vivo”, es decir, afrontar la situación real. Diferentes estudios han puesto de manifiesto un mayor éxito terapéutico en esta última técnica, pero al realizarse en un espacio natural, muchas veces sin contar con la presencia ni el control del profesional, resulta más complicado controlar los niveles de ansiedad, de modo que puede aparecer el efecto contrario al deseado y producirse un mayor bloqueo, reforzándose las conductas evitativas. Por esta razón, siempre es necesario un entrenamiento en prevención de respuesta, que permita al paciente estar preparado para afrontar los estímulos fóbicos ansiógenos, con un plan aprendido de autorregulación. Este entrenamiento consistirá en la práctica de técnicas de relajación, basadas en control de la respiración, autoconsciencia corporal, visualización y la adquisición de otros recursos cognitivos, metacognitivos, kinestésicos etc.
En cuanto a los tipos de exposición, a las dos técnicas citadas, debemos sumar una nueva, la Realidad Virtual (RV). En esta última década ha ido ganando peso el empleo de la RV como herramienta terapéutica en salud mental.
Además de permitir el afrontamiento de las situaciones temidas a través de escenarios virtuales, la RV también permite entrenar la prevención de la respuesta de una forma muy eficaz, mediante escenarios audiovisuales que facilitan el aprendizaje de diversas técnicas de relajación, respiración y autosugestión. Los escenarios ayudan a una mayor concentración para conseguir un aumento de la efectividad en la tarea, respiración, etc.
En cuanto al control de los parámetros de exposición y, en definitiva, de la intensidad de los estímulos ansiógenos, la RV supera al resto de técnicas expositivas. La posibilidad poder “llevar” de manera virtual al paciente a la situación temida, controlando todos los estímulos (visuales, auditivos e incluso olfatorios y kinestésicos con la intervención del terapeuta) así como el diseño y control de muchos detalles que conforma el contexto, permite recrear situaciones muy realistas, con lo más positivo de cada una de las dos técnicas tradicionales, el acompañamiento del terapeuta en el proceso y una exposición muy próxima a la realidad.
Dentro de la configuración de la escena, también se pueden regular las sensaciones interoceptivas (simulación auditiva del ritmo y velocidad de la frecuencia cardíaca y respiración, que el paciente puede atribuir como propias) que sumadas al propio entorno (espacios, ruidos, personas, animales, coches…etc.) facilita la sensación de presencia en el lugar virtual.
A grandes rasgos, el protocolo de intervención con RV para el tratamiento de la agorafobia consiste en la configuración del espacio en el que se va a realizar la inmersión, adaptándolo a la persona. Se diseña un recorrido progresivo, comenzando por escenarios aparentemente neutros hasta llegar a los más estresantes para el/la paciente. La transición se realizará de manera controlada en función del malestar subjetivo que manifieste la persona, a través de una escala de 0 a 10, siendo 0 la ausencia de malestar y 10 la presencia de mucha ansiedad. En función del nivel de ansiedad el paciente utilizará las técnicas de autorregulación emocional aprendidas previamente en los ejercicios de prevención de la respuesta. El cambio de escenario se realizará cuando el/la paciente no experimente reacción fisiológica de ansiedad significativa en el escenario previo.
Una vez haya finalizado el tratamiento, el paciente tendrá más recursos para afrontar con garantías las situaciones temidas, pudiendo pasar, con ayuda del terapeuta, a exponerse en vivo a las situaciones reales. En ocasiones, ambas técnicas son realizadas de forma simultánea, decidiendo el profesional, aquellas situaciones reales para las que el/la paciente está preparado tras las sesiones de RV.
No debemos olvidar que la eficacia de la realidad virtual radica en la sensación de inmersión que tenga el/la paciente (sensación de presencia y realidad), para ello, la labor de profesional es muy importante trasmitiendo unas instrucciones claras y sencillas a la hora de llevarla a cabo.
David Mateo / Daniel Vicente.
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