Meditación y su participación en la función cerebral

Llamamos meditación a diferentes prácticas mentales que tienen como objetivo principal promover la relajación, la atención plena y el autoconocimiento. Se ha utilizado desde hace miles de años en diversas culturas y tradiciones espirituales y en la actualidad se ha vuelto cada vez más popular en todo el mundo debido a sus beneficios para la salud mental y física.

En general, es una técnica que implica concentrarse en un objeto de atención, como la respiración, un mantra, una imagen mental o cualquier otra cosa, con el fin de entrenar la mente para estar presente en el momento actual y liberarla de pensamientos disruptivos. A menudo se asocia con la atención plena o mindfulness. La atención plena implica prestar atención de manera deliberada y sin juicios a las sensaciones, pensamientos y emociones que surgen en el momento presente. Esto puede ayudar a reducir el estrés, la ansiedad y mejorar la concentración.

Existen varios modelos de meditación y no existe una definición común, aunque sí podemos establecer algunos elementos generales. Uno de ellos es que la meditación conlleva relajación ya que ayuda a reducir la tensión y el estrés al relajar el cuerpo y la mente. Algunas técnicas de meditación se centran en la relajación física y mental. Además, debe conllevar cierto grado de autoconocimiento puesto que puede ayudar a comprender mejor los propios pensamientos, emociones y patrones de comportamiento.

Numerosos estudios han demostrado los beneficios para la salud de esta práctica. Realizar meditación de forma regular reduce el estrés, mejora la salud cardiovascular, el fortalecimiento del sistema inmunológico y la promoción de una sensación general de bienestar.

En este artículo nos vamos a centrar en describir cómo actúa la meditación en nuestro cerebro tanto a nivel estructural como funcional. Estos efectos pueden estar relacionados con la modulación de la respuesta del sistema nervioso autónomo y la regulación de las emociones a través de cambios en el cerebro.

En relación a los cambios estructurales, se ha observado un aumento en la densidad del tejido cerebral en áreas asociadas con la atención y la autorregulación emocional, como la corteza prefrontal y el hipocampo. Estos cambios pueden estar relacionados con la mejora de la concentración y la memoria, así como con la reducción del estrés. También actúa sobre la amígdala, que es una parte del cerebro involucrada en la respuesta al miedo y al estrés. Se ha demostrado que la práctica de meditación de forma habitual puede reducir la actividad de la misma, lo que ayudará a disminuir la reacción al estrés y a las emociones negativas.

Además, algunos estudios señalan que parece alterar las redes cerebrales involucradas en la autorreferencia y la rumiación. Se reduce la actividad en la «red de la mente errante», que se activa cuando la mente divaga y se centra en preocupaciones pasadas o futuras. Al mismo tiempo, se fortalece la «red de modo ejecutivo», relacionada con la toma de decisiones y la atención.

Algunas investigaciones sugieren que puede aumentar la densidad de la materia gris en el hipocampo, lo que estaría relacionado con la mejora de la memoria y la regulación emocional.

También existen evidencias del efecto de la práctica de la meditación en relación al funcionamiento eléctrico del cerebro.

La actividad eléctrica del cerebro produce ciertos patrones conocidos como ondas cerebrales. Estas se reconocen por sus amplitudes y frecuencias. La frecuencia nos indica la rapidez con la que oscilan las ondas y se mide por el número de ondas por segundo (Hz). Por otra parte, la amplitud nos indica la potencia de estas ondas y se mide por microvoltios (uV). Existen varios tipos de ondas cerebrales que, en función de la actividad cerebral, podremos observar a través del electroencefalograma (EEG).  A modo de síntesis, de menor a mayor frecuencia, las ondas Delta se relacionan con el sueño y la reparación; las Theta con la creatividad, la percepción, la distracción; las Alpha con la alerta y la tranquilidad, relajación; las Beta con el pensamiento, la emoción, el estado de alerta; y las Gamma con el aprendizaje, la resolución de problemas, la agudeza mental.

Diferentes estudios han observado un aumento de ondas alfa en personas que practican meditación trascendental. Por otra parte, los estudios sobre Terapia Cognitiva basada en Atención Plena y Mindfulness Based Stress Reduction han observado una asimetría alfa en el lóbulo prefrontal en diferentes personas. Por otro lado, también se ha observado un aumento de ondas theta y gamma en practicantes de diferentes tipos de meditación.

La meditación es capaz, según algunos estudios, de favorecer el aumento de ciertas ondas cerebrales que tienen efectos beneficiosos en la reducción del estrés y la mejora de la calidad de vida. Así, ciertas investigaciones han descubierto que con algunos tipos de meditación como la trascendental, Terapia Cognitiva basada en Atención Plena y Mindfulness Based Stress Reduction se pueden producir aumento de ondas Alfa, Theta y Gamma en diferentes áreas del cerebro, lo que puede traducirse en un aumento de la relajación alerta, la creatividad, la resolución de problemas o la agudeza mental.

Hay que tener en cuenta, que los cambios de patrones de ondas pueden tener efectos diferentes en función del área cerebral implicada, siendo esta explicación, un intento de simplificar aspectos mucho más complejos.

Más adelante seguiremos profundizando sobre diferentes programas y sobre la evidencia existente respecto a la eficacia de la meditación.

 

Jessica Romeo

 

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