En 1968 Brekhman y Dardymov acuñan el término adaptógeno. Lo definen como “todo agente que permita al organismo contrarrestar los estresores físicos, químicos o biológicos generando una resistencia no específica”. Un adaptógeno debe, además, ser inocuo y causar la mínima distorsión en el funcionamiento normal del organismo. Un adaptógeno, en definitiva, puede poseer una acción normalizadora independientemente de la dirección de los cambios patológicos precedentes, es decir, tiene una acción reguladora, ni potenciadora ni reductora.
La Rhodiola rosea es originaria del norte de Europa y de Asia y crece en zonas árticas y zonas montañosas. Su uso tradicional para el tratamiento de diferentes patologías, síndromes o síntomas proviene de tiempos inmemoriales.
Desde hace décadas se ha incluido la Rhodiola como tratamiento eficaz en numerosos sistemas sanitarios. Así, lo es desde 1969 en Rusia, cuando se incluyó en la medicina oficial. Los textos médicos y farmacológicos lo describen como estimulante para la astenia, para enfermedades somáticas e infecciosas, como tratamiento psiquiátrico y neurológico e incluso en sujetos sanos para aliviar la fatiga y para incrementar la capacidad de atención, memoria y productividad laboral. En Suecia fue reconocida en 1985 como agente antifatiga. En Dinamarca se utiliza para incrementar la capacidad de trabajo mental durante el estrés, como psicoestimulante y como fortalecedor general. (Sandberg F et al. Remedies based on herbs. Stockholm. 1993.)
En cuanto a sus mecanismos de acción, debido a que la Rhodiola tiene una gran concentración de antioxidantes, se ha demostrado que ayuda a disminuir la acción de los radicales libres y consigue prevenir el estrés oxidativo. De esta forma ayuda a reparar los daños producidos en el ADN y retrasa el envejecimiento celular. Por otra parte, eleva los niveles de adenosin trifosfato y de creatina, las cuales son fuentes de energía básica que nuestro organismo necesita para realizar actividad física sin agotarse. Su mecanismo adaptógeno actúa de forma positiva en el sistema HPA (hipotálamo-pituitaria-adrenal) parece ser que modulando la respuesta al estrés gracias a que aumenta la secreción de serotonina y dopamina. Por último, se ha relacionado con un aumento de los niveles de β-endorfinas realizando un efecto protector contra la elevación de la endorfina inducida por el estrés. Además, disminuye o modula la actividad del eje HPA reduciendo los niveles de cortisol.
Tiene capacidad para mejorar las funciones cognitivas del córtex cerebral (pensamiento, análisis, evaluación, cálculo y planificación) y de los córtex frontal y prefrontal (atención, memoria y funciones de aprendizaje). Por otra parte, puede prevenir o mejorar disfunciones relacionadas con la edad en estos sistemas neuronales. (Petkov VD et al. Effects of alcohol aqueous extract from Rhodiola rosea L. roots on learning and memory. Acta Physiol Pharmacol Bulg. Petkov VD et al. Changes in brain boigenic monoamines induced by the nootropic drugs adafenoxate and meclofenoxate and by citicholine (experiments on rats). Gen Pharmacol).
Dado que la administración de Rhodiola parece afectar a los niveles de monoaminas, es el adaptógeno de elección en trastornos caracterizados por un desequilibrio de las monoaminas en el sistema nervioso central. Esto concuerda con las afirmaciones rusas respecto a mejoras en la depresión y la esquizofrenia (Lupien SJ et al. Cortisol levels during human aging predict hipocampal atrophy and memory déficits. Nat Neurosci).
A pesar de que cuando hablamos de fitoterapia no podemos hablar de un solo principio activo, se ha encontrado que el responsable principal de los efectos terapéuticos de la Rhodiola es un fenilpropanoide llamado rosavin, exclusivo de esta especie. Otros principios activos que podemos destacar son los flavonoides (como las procianidinas) y los derivados del feniletanol (como el salidrósido y el tirosol). El salidrósido es un glucósido de tirosol que se encuentra en esta planta. Parece ser uno de los compuestos responsables de la acción antidepresiva y ansiolítica.
Se recomienda administrar Rhodiola en extracto seco y se recomiendan dosis de 360-600mg al día con un 1% de rosavin, 180 a 300mg con un 2% de rosavin o entre 100-200 con un 3% de rosavin. Como adaptógeno debería comenzarse semanas antes del inicio del período de estrés. (Spasov AA et al. The effect of the preparation rodiosin on the psychophysiological and physical adaptation of students to an academic load. Eksp Klin Farmakol; Darbinyan V et al. Rhodiola rosea in stress induced fatigue: a double blind cross-over study of a standardized extract SHR-5 with a repeated low-dose régimen on the mental performance of healthy physicians during night duty. Phytomedicine).
La Rhodiola tiene muy baja toxicidad. En un estudio realizado con ratas, se estableció como dosis letal (el 50% de las ratas murieron) 3360 mg/kg. La dosis equivalente en humanos de 70kg sería de unos 235 gramos (235000 mg) al día. Las dosis habituales están entre 200 y 600mg al día con lo que hay un amplio margen de seguridad. (Udintsev SN et al. Decrease of cyclophosphamide haematotoxicity by Rhodiola rosea root extract in mice with Ehrlich and Lewis transplantable tumors. Eur J Cancer).
Los resultados de una revisión sistemática indicaron que de 446 sujetos examinados en los estudios clínicos incluidos, se mencionaron tan solo dos eventos adversos. Los dos sujetos experimentaron dolor de cabeza leve o moderado. Se concluye que hay pocos efectos secundarios asociados con R. rosea y los identificados son de carácter leve. (Ishaque S et al. Rhodiola rosea for physical and mental fatigue: a systematic review. BMC Complement Altern Med).
Algunas personas, especialmente aquellas con un cierto componente ansioso, pueden sentirse activadas, nerviosas o agitadas. En este caso puede ser necesario una dosis menor con un aumento gradual. No se han reportado interacciones con otros fármacos o plantas. Se absorbe mejor con el estómago vacío, 30 minutos antes del desayuno o comida.
Por sus múltiples efectos contrastados, la Rhodiola es una de las plantas con más estudios realizados y de mayor calidad metodológica.
El Swedish Herbal Institute realizó un estudio doble ciego a dosis bajas de 100mg al día con un 3% estandarizado de rosavina en 60 estudiantes de medicina durante su período de exámenes finales. A pesar de la baja dosis, se encontraron mejoras significativas en el bienestar general, aptitud física, fatiga mental, calificaciones finales y coordinación. (Spasov AA et al. A double-blind, placebo-controlled pilot study of the stimulating and adaptogenic effect of Rhodiola rosea SHR-5 extract on the fatigue of students caused by stress during an examination period with a repeated low-dose regimen. Phytomedicine).
En un estudio doble ciego con 60 estudiantes de instituto, se administró extracto de Rhodiola rosea a dosis de 660mg al día. No se especifica concentración de rosavinas. Se observó un aumento en la capacidad de trabajo, coordinación y bienestar general con disminución de la fatiga física y ansiedad. (Spasov AA et al. The effect of the preparation rodiosin on the psychophysiological and physical adaptation of students to an academic load. Eksp Klin Farmakol).
Se llevó a cabo un estudio con 80 estudiantes que presentaban ansiedad. Se dividieron en dos grupos. Uno de ellos recibió 200mgrs de Rhodiola mientras que el otro recibió placebo. Los resultados obtenidos indican que la ansiedad mejoró en el grupo que recibió tratamiento con Rhodiola. Además, los análisis revelaron reducciones significativas en la ira autoinformada, confusión, depresión y estado de ánimo negativo en el grupo de tratamiento. (Cropley M et al. The Effects of Rhodiola rosea L. Extract on Anxiety, Stress, Cognition and Other Mood Symptoms: Rhodiola rosea, Mood and Cognition. Phytother Res).
Se realizó un estudio con 57 sujetos durante 12 semanas en el que se les dividió en 3 grupos. A uno de ellos se les administró Rhodiola, al segundo grupo se le administró Sertralina y al tercer grupo se le administró placebo. Los resultados indicaron que, aunque R. rosea produjo un efecto antidepresivo menor que la sertralina, también resultó significativamente mejor tolerado. Esto sugiere que R. rosea, aunque menos eficaz que la sertralina, puede tener una relación riesgo-beneficio más favorable para personas con depresión leve a moderada. (Mao JJ et al. Rhodiola rosea versus sertraline for major depressive disorder: A randomized placebo-controlled trial. Phytomedicine).
Como conclusión, con una base de evidencia ya contrastada, sería recomendable una mayor investigación sobre Rhodiola Rosea, sobretodo en base a la metodología de los estudios que permita un uso más sistemático y controlado con fines terapéuticos.
La Rhodiola ejerce su efecto antidepresivo en la medida que es capaz de mejorar la neurotransmisión central. Resulta muy interesante su uso en personas con patologías psiquiátricas o sintomatología ansioso-depresiva tanto desde la salud mental como desde atención primaria y del anciano.
Se abre un gran campo de investigación hacia el uso de la Rhodiola como tratamiento de patologías neurológicas como tratamiento de las primeras fases de demencia, Parkinson o esclerosis múltiple.
Su uso practico, como complemento nutricional fitoterapéutico por parte de colectivos profesionales de salud mental (especialmente médicos/as pero también psicólogos/as clínicos/as o sanitarios/as, o personal de enfermería especializada) puede aportar herramientas que, a día de hoy, sólo ofrecen los fármacos. La fitoterapia forma parte de las sustancias que no están sujetas a prescripción médica y puede ser recomendada por cualquier profesional de la salud, de modo que disponer de formación en fitoterapia para salud mental puede suponer una herramienta de gran utilidad para estos colectivos.
JC Azón
¿Te interesa?
Pingback: Tratamientos naturales en salud mental. La importancia del rigor científico. Innova Salud Mental. - RA PRESS