Omega 3 para el Trastorno del Espectro Autista
El trastorno del espectro autista (TEA) es un trastorno complejo del desarrollo neurológico caracterizado por déficits persistentes en la comunicación social y la interacción social en múltiples contextos y patrones de comportamiento, intereses y actividades restringidos y repetitivos. El estado materno de los ácidos grasos poliinsaturados (PUFA) regula la actividad microglial y las vías neuroinflamatorias durante el desarrollo del cerebro de un niño. Parece que, en los niños con TEA, el metabolismo de los PUFA es deficiente o anormal, lo que lleva a una mayor producción de citocinas proinflamatorias, un aumento del estrés oxidativo y un desequilibrio en la formación y acción de los neurotransmisores. Además, los déficits nutricionales de omega-3 pueden afectar a la microbiota intestinal y contribuir al TEA a través del eje intestino-cerebro.
Parece ser que, la suplementación con ácidos grasos omega 3 en niños con TEA puede mejorar la expresión de algunos síntomas, pero atendiendo a la evidencia disponible, hay cierta controversia.
Por una parte, varios estudios señalan que existe una mejora en algunos síntomas como el letargo o la calidad de vida medida en cuanto a adaptación a la vida diaria, las conducta estereotipadas o la comunicación social1, 2. Por otra parte, un estudio señala que la suplementación de omega 3 y vitamina D sí tiene un efecto en la conducta y en la interacción social.3
Varios estudios concluyen que sí hay mejoras aunque no estadísticamente significativas y señalan que son necesarios más estudios y con un número mayor de niños a estudio para poder establecer conclusiones de peso.4, 5, 6
Por último, un solo estudio concluyó que la suplementación con omega 3 no mejora los síntomas asociados al autismo.7
Parece ser, a tenor de los resultados, que existen cambios, en general, en algunos síntomas habituales del TEA. Sin embargo, estos resultados no son concluyentes por dos motivos:
1.- Faltan más estudios.
2.- Es necesario que estos estudios estén más estandarizados, es decir, utilicen dosis adecuadas de omega 3 y se especifiquen porcentajes de EPA y DHA.
3.- No hay mucha investigación, en general, con niños, lo que hace que sea difícil establecer conclusiones.
Lo que sí se puede concluir es que no hay efectos adversos por la suplementación de ácidos grasos omega 3 y que su consumo está permitido a cualquier edad. En consecuencia, si hay cierta evidencia, y no hay riesgos, es decir, lo peor que puede pasar es que no pase nada, parece evidente que merece la pena probar. Aunque evidentemente, esta es una decisión que corresponde a los padres.
1.- doi: 10.3945/jn.116.242354
2.- doi: 10.5114/pedm.2020.101806
3.- doi: 10.3389/fpsyt.2023.1238973
4.- doi: 10.3390/ijms18122608
5.- doi: 10.3928/00904481-20160129-01
6.- doi: 10.3390/medicina57090893
7.- doi: 10.1002/14651858.CD007992.pub2
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